Daniel Múgica, autor de títulos tan celebrados como Corazón negro, La ciudad de abajo, Uno se vuelve loco o Bienvenido a la tormenta, sumerge al lector en una trama y unos personajes inolvidables. Dura, tierna, emotiva, lírica, La dulzura es -además de un sentido tributo a las víctimas del terrorismo, de cualquier terrorismo- un periplo por lo mejor y lo peor del ser humano, cuya conclusión, como reza el fallo del Jurado del Premio Jaén de Novela 2017 del que resultó ganadora, revela cómo el amor, el impulso más fuerte de la naturaleza, puede salvarnos de la brutalidad del mundo actual.
¿HA LEÍDO LA DULZURA? DEJE SU COMENTARIO
El tiempo es incierto y a la vez decisivo. Basta un instante, solo un instante, para que el mundo se dé la vuelta y lo encontremos desconocido, remoto…, extremadamente frío.
El 11 de marzo de 2004 amaneció congelado. La muerte durante unos instantes inmortalizó la vida de cientos de espectadores al otro lado de la estación de Atocha. El corazón no podía latir, pero, en cambio, palpitaba el miedo. El miedo, que siempre estuvo ahí: el miedo a los miedos y a la incertidumbre, y al no saber, o al saber. Hoy en día hasta en la felicidad se gestan monstruos.
Gadea es joven, hermosa, dulce. Tiene un hombre a su lado que la adora, Judá; una amiga fiel, de las de verdad; unas hermanas que la protegen, y unas bestias que le atormentan, fruto de un pasado desafortunado, arduo, que solo el lector podrá descubrir. La casualidad y las terribles bestias llevan a Gadea a desaparecer el mismo día en el que la estación de Madrid se convirtió en campo de batalla entre culturas y en cementerio de inocentes. A partir de entonces, el lector asiste a la búsqueda permanente de la joven, al mismo tiempo que vive la vida particular de todas aquellas personas, familiares, amigos, que se debatieron entre la fe y la desesperanza, entre el saber, el no saber, y el no querer saber, entre la piel y la esencia, entre el quedarse para siempre a orillas de esa estación o tomar un nuevo tren.
Obstáculos, demonios, enfrentamientos y torturas rodeaban la vida de Gadea desde su infancia, en cambio ella no cesaba en su obstinación por alcanzar la felicidad, siempre dispuesta a creer en que algo mejor estaba por llegar, siempre dulce, siempre resuelta, siempre pasional, siempre entregada al amor hacia quienes la rodeaban. Pues, en tal caso, solo cabía esperar que fuera el amor quien en esta ocasión la salvara a ella.
Esta no es la novela de Daniel Múgica, quien se ha hecho con el Premio Jaén de Novela en 2017 gracias a esta obra magistral. No, no lo es. Es la novela de cientos de personas que hoy observan el Bosque del Recuerdo y rezan, recuerdan, sonríen, aman, lloran, se fotografían, añoran, odian, exclaman y se preguntan no sólo cómo murieron las víctimas, sino cómo ha conseguido sobrevivir el resto de la humanidad a lo largo de todos estos años de ausencias.
La Dulzura es una novela inolvidable, rastro de sensaciones y sentimientos en el alma que no puedes dejar de seguir. Novela que encela ; para leer y releer. Gracias Daniel por hacernos disfrutar de tu obra.